Hace algún tiempo llegaron a mis manos unas revistas españolas de manualidades de mediados del siglo pasado: «Labores del hogar». Recuerdo que eran así en la Unión Soviética, pero probablemente eran así en todo el mundo - patrones, diseños de punto, bordados, fotos de blondas, manteles, niños vestidos, encajes, mujeres hermosas con peinados perfectos - toda esta belleza infinitamente dulce, tranquila, un poco ingenua, largamente pasada de moda y fuera de circulación.

Al igual que mis revistas, esta belleza ha sido desechada sin remordimientos - su tiempo ha pasado, algo más está en honor ahora. Es un eco de los pasos del que se va, del que se va siempre - un movimiento eterno, una transformación constante que no puede detenerse - la forma, las proporciones, el color cambian de siglo en siglo. La belleza flota arriba, abajo o vuela paralela a la tierra, al mar, rodea la Torre Eiffel, luego la Torre de Pisa, va a la izquierda, cruza el océano y allí da una nueva flor, un ramo, todo un mar de flores.

La visión y la comprensión de la belleza cambian, pero ella misma no, es una constante. La verdadera belleza no envejece y nunca pasa de moda. Sigue siendo muy cara y deseable. Sigue atrayendo y enloqueciendo: el martillo de las subastas golpea implacablemente, conquistando nuevos y nuevos grados de lujuria por poseerla.

Contrariamente a la creencia popular, me parece que la historia de la humanidad no es una serie interminable de destrucciones y guerras, es la historia del arte, es la historia de la creación de la belleza - trescientos mil años de creación. Sí, y destrucción también, pero la primera es aún más, de lo contrario incluso ahora no nos diferenciaríamos del humanoide erguido con una piedra ensangrentada en una mano sucia. Sí, Patroclo mató a Sarpedón, Héctor mató a Patroclo y Héctor mató a Aquiles, pero la espada tiembla en la mano de Menelao, una vez más golpeado por la belleza de Helena.

La catedral de Nuestra Señora de París se construyó durante casi 200 años. La obstinación con la que la gente, utilizando herramientas que distaban mucho de ser perfectas, construyó su hermosa catedral sugiere que la belleza, entrelazada con la religión, al servicio de ésta en un principio, acaba convirtiéndose ella misma en un culto, en la religión más nueva: el arte describe el mundo, al hombre, su lugar en él y crea significados, de los que siempre carecemos.

Las páginas amarillentas de una revista de costura, todos esos adornos preciosos, los encajes, para mí son una metáfora de la verdadera naturaleza del hombre, un símbolo de la creación, de la organización del mundo, de la conciencia y el deseo apasionado de belleza. No se puede ocultar, no se puede huir de ella, no se pueden cerrar los ojos ante ella - es claramente visible a través del denso velo de la violencia, las guerras, los asesinatos, la injusticia y la destrucción sin sentido - un ser humano necesita la belleza tanto como necesita aire, agua y comida - orgánicamente no puede vivir sin ella.

La belleza es probablemente el recurso más valorado por la gente. Sí, podemos vivir sin ella, y no podemos vivir sin aire, pero ¿qué sería de esta vida sin belleza? ¿Qué sería de nuestra vida sin la música, la pintura, sin la belleza ordinaria del juego de té de la abuela o de un parterre en la calle?

Cualquier padre sabe lo importante que es evitar la etiqueta negativa «malo» en la educación de un niño, ya que puede arraigarse en su mente y formar su comportamiento adecuado.

En los últimos años, observando la extensión cada vez mayor de los territorios sumidos en la guerra, la destrucción sin sentido y la matanza de millones de personas, sintiendo rabia impotente y desconcierto ante la rapidez con que se está despojando la capa cultural más delgada que distingue a un hombre razonable de un animal furioso, sigo queriendo recordarme a mí mismo, a todos nosotros, que nuestro verdadero propósito no es la destrucción, sino la creación.

Ennoblecer, ordenar el mundo, hacerlo más habitable, ése es el sentido más sencillo y evidente de la existencia, que no requiere sacrificios ni esfuerzos heroicos. Esto es Labores del hogar, esto es Housework.