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Proyecto artístico de Oleg Pospelov

El proyecto “Zebra. Ejercicios de mecanografía” es una serie de linograbados inspirados en un libro de texto de mecanografía de mediados del siglo XX. La idea del proyecto es imprimir un único cliché de grabado en distintos soportes: en una página del libro de texto, en un periódico antiguo o en una hoja de papel pintada con acrílico. La identidad del cliché se mantiene, pero gracias a la variedad de soportes, cada vez surge una obra nueva con su propio tono y estado de ánimo. El proyecto rompe la tradición de repetición de los grabados clásicos: ahora cada grabado no es una copia, sino una interpretación independiente de lo que está esculpido en la tabla. Por el momento (2024) el ciclo incluye más de 150 grabados y el número de estampas irá en aumento.
Los dedos presionan las letras de acero en el papel - son las huellas de los diez dedos en una hoja de papel- dactiloscopia de máquina de escribir, un signo individual, un determinante, pero las huellas dactilares de un mecanógrafo serán indistinguibles de las de otro -el intermediario mecánico borra la identidad sin liberarla. ¿Quiénes somos? Señor Don Jacinto Barreda. El tiempo y el lugar se borran. Bilbao, 23 de abril de 1957. ¿Dónde estamos? Velocidad de impresión 190 caracteres por minuto, tiempo de realización 9 minutos y 20 segundos. ¿Dónde estamos? Página 69.
Estimado señor: Hemos recibido muestras de su aceite y las hemos analizado cuidadosamente. Hemos encontrado que la muestra #1 contiene 2 grados de ácido, y las muestras #2 y #4 contienen 8 grados. ¿Es tan importante? ¿Es tan importante ahora para la persona que dictó este texto, para la persona que mecanografió este texto y es importante para el honorable Señor Don Jacinto Barreda?
Y además, ¿dónde está ahora el señor Barreda? Muchos días, monótonos, como el traqueteo de una máquina de escribir, el carro va de izquierda a derecha, cubriendo la hoja con caracteres del mismo ancho -porque el tipo de letra es monoespaciado, y eso es a propósito-, el ritmo de 190 caracteres por minuto llega a 400, y se acabó, no hay más -apoyo la frente contra el duro cartón de la tapa-, todo se ha ido, el señor Barreda, el aceite, las muestras y los grados -todo se ha movido, como el carro, hacia la derecha, pero no ha vuelto a la izquierda.
El tiempo, el ritmo, el reloj, los pasos de los que se van, las campanadas de los que llegan, el champán, ¡viva el año nuevo! La vida es un libro en el que página tras página el ritmo se acelera y hay más significados - el número de caracteres aumenta, cada vez hay más que escribir por minuto - ese es el propósito del aprendizaje. Ese es el coste. Es como la percepción subjetiva del tiempo: una aceleración constante. El invierno duraba una eternidad cuando yo tenía siete años. Pero también lo era el verano.
a cebra es simple. Es como nosotros. Es como la vida: rayas blancas, rayas negras. Un peatón que cruza de la mañana a la noche. Algunas cebras, habiéndose pisado a sí mismas, continuarán su camino por la mañana, y otras se congelarán en la noche para siempre -no quedará de ellas ni un soplo de viento, ni un sonido, ni un pensamiento- se fundirán con la noche, caerán en el algodón negro de la nada completa e incondicional. Olvidarán a todos, luego a sí mismos, y todos los olvidarán a ellos.
Una cebra es una copia exacta de una marca impresa, pero en el mundo real no hay dos cebras iguales, es técnicamente imposible porque cada una tiene su propio mundo, su propio soporte, su propio texto en la página, su propio color, sus propios bordes, su propia textura, los garabatos de un niño de un día pasado. El dedo de alguien pulsa una tecla, se acciona un mecanismo, baja una palanca, el estigma es absorbido por el papel, la palanca retrocede, el carro se desplaza un paso a la derecha, listo para el siguiente trazo.
A continuación, todo se repite una y otra vez. Las cebras se pliegan en palabras, frases, párrafos de texto - a veces es interesante leerlo, y a veces es basura, peor que ChatGPT. Escríbeme un cuento corto al estilo de Antón Chéjov, por favor. Oh, no más, ¡para! Y donde no hay tiempo, contando en silencio los signos por minuto: cada vez hay más, como cebras. Cada vez más significados, más posibilidades, más caminos. Sólo hay una cosa que no cambia: la cebra. Porque una constante no tiene derecho a cambiar.
No se da a quien pide, sino a quien toma. No se da al que camina, sino al que no muere en el camino. Por eso da miedo. Por eso no hay nada en lo que creer. Sólo en ti mismo. Y sólo en ella. Y también en su cebra inmortal, que se despertará a la mañana siguiente y seguirá su camino.
Catálogo incompleto del proyecto
Aquí se publican algunas de las obras incluidas oficialmente en el proyecto.



art by oleg pospelov
Made on
Tilda