Hay dos formas fiables de conocer el mundo: la científica y la artística, la racional y la irracional. Cada una es buena a su manera. La primera forma es más precisa, pero requiere enormes esfuerzos, conocimientos y medios. La segunda es accesible a todos, incluso a un niño. Dibujando, el niño aprende la naturaleza y las propiedades del objeto representado: el cielo debe ser azul, el sol es redondo y el gato tiene cuatro patas.
El gran filósofo, matemático y lógico Gottfried Leibniz en el siglo XVII sugirió que el mundo que nos rodea puede ser descrito de una manera matemática, y en consecuencia, para entenderlo. Y en algunos aspectos tenía razón: ya en el siglo XX el hombre ha conseguido recrear el mundo de forma bastante convincente, simularlo con ayuda de las tecnologías informáticas. Sin embargo, estas simulaciones están todavía tan lejos de la comprensión del mundo como las pinturas rupestres de los primeros hombres lo están de la animación 3D moderna. El pensamiento filosófico del siglo XX llegó a la conclusión de que un modelo matemático es incapaz de describir el mundo, el mundo es incognoscible. Reproduciendo la realidad, creamos una ilusión, pero seguimos sin entender cómo funciona este mundo, no comprendemos la naturaleza del universo que nos rodea - una imagen creada en un ordenador ya no se distingue de una fotografía, pero un algoritmo que describa con precisión el comportamiento de los fotones no responde a la pregunta: “¿Qué es la luz?”.
Gottfried Wilhelm von Leibniz
Filósofo, matemático y lógico
1646-1716